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La Época de Montanera: Tradición y Calidad en la Producción del Jamón Ibérico

16/02/2024
En las suaves y onduladas tierras de la península ibérica, un evento anual marca el ciclo de vida de los cerdos ibéricos y da lugar a uno de los manjares más apreciados del mundo culinario: la montanera.

En las suaves y onduladas tierras de la península ibérica, un evento anual marca el ciclo de vida de los cerdos ibéricos y da lugar a uno de los manjares más apreciados del mundo culinario: la montanera. Esta época, que se extiende durante los meses de otoño e invierno, es crucial en la producción del codiciado jamón ibérico, ya que determina gran parte de su sabor, textura y calidad final.

 

La montanera es una tradición arraigada en las regiones de España donde se crían los cerdos ibéricos, especialmente en áreas como Extremadura, Andalucía, Castilla y León, entre otras. Este período, que generalmente abarca desde octubre hasta marzo, coincide con la caída de las bellotas de las encinas y alcornoques que pueblan las dehesas, los extensos pastizales boscosos que caracterizan el paisaje rural de estas regiones.

 

El ciclo de la montanera comienza con el traslado de los cerdos a las dehesas, donde tendrán la oportunidad de alimentarse libremente de las bellotas que caen de los árboles. Este régimen alimenticio natural es fundamental para la calidad del jamón ibérico, ya que las bellotas son ricas en ácidos grasos insaturados, que se infiltran en la carne del cerdo, proporcionando ese sabor y aroma tan característicos.

 

Durante la montanera, los cerdos no solo se alimentan de bellotas, sino también de hierbas, raíc

 

es y otros recursos que encuentran en el entorno de la dehesa. Este periodo de engorde en libertad contribuye a que la carne del cerdo adquiera una infiltración de grasa intramuscular, conocida como "marmoleado", que es una de las características más valoradas del jamón ibérico de calidad superior.

 

La calidad del jamón ibérico no solo depende de la alimentación de los cerdos durante la montanera, sino también de otros factores, como la genética del animal, el manejo del ganado y el tiempo de curación. Sin embargo, es durante la montanera cuando se sientan las bases para un producto final excepcional.

El proceso de producción del jamón ibérico es largo y laborioso. Después de la montanera, los cerdos son sacrificados y sus jamones se someten a un proceso de salazón y curación que puede durar de 18 a 36 meses o más, dependiendo del tipo de jamón y de los estándares de calidad del productor.

 

Durante el proceso de curación, los jamones son colgados en bodegas especiales donde se controlan la temperatura y la humedad para favorecer la evaporación de la humedad y la concentración de sabores. Este proceso lento y cuidadoso es fundamental para desarrollar el sabor y la textura únicos del jamón ibérico.

 

El jamón ibérico es un producto con una larga historia y una profunda tradición en la cultura culinaria española. Durante siglos, ha sido considerado un manjar de lujo reservado para ocasiones especiales y celebraciones. Su sabor intenso y suave, su textura delicada y su aroma embriagador lo convierten en uno de los productos más codiciados por los amantes de la gastronomía.

La montanera no solo es importante para la producción del jamón ibérico, sino también para la conservación del ecosistema de la dehesa. Las dehesas son ecosistemas únicos que albergan una gran biodiversidad de flora y fauna, y proporcionan importantes servicios ambientales, como la regulación del ciclo del agua y la prevención de la erosión del suelo.

Además, la montanera contribuye al mantenimiento de las tradiciones rurales y al desarrollo económico de las zonas rurales donde se practica. La cría de cerdos ibéricos y la producción de jamón son actividades que generan empleo y riqueza en estas comunidades, y que contribuyen a la fijación de población en el medio rural.

En resumen, la montanera es un período crucial en la producción del jamón ibérico, que marca el inicio del proceso de elaboración de este exquisito producto. La combinación de la alimentación natural de los cerdos en las dehesas durante la montanera, junto con el proceso de curación lento y cuidadoso, da como resultado un jamón de calidad excepcional, apreciado en todo el mundo por su sabor único y su incomparable calidad.